Como muchos cineastas en un momento dado de su carrera, el italiano Federico Fellini sintió la necesidad de abandonar su habitual espacio de trabajo, en su caso Roma, para volver a sus orígenes, concretamente la costa adriática y en particular la localidad de Rímini. De esta forma, su 'Amarcord' (1973) se presenta como una de las obras más personales y entrañables de tan prestigiosa filmografía.
'Amarcord', que viene de la expresión "mi recordo" (mis recuerdos), representa la puesta en escena de un modo muy caricaturesco de la infancia que Fellini tuvo en su ciudad natal. Desde una perspectiva muy nostálgica, el director da un repaso a todos los puntos que marcaron su niñez y adolescencia. La Italia de los años 30, en pleno período fascista, se nos muestra como un cómic que deforma la realidad para satirizarla y burlarse de ella. No faltan elementos que hacen referencia al régimen, al sexo, a la vida en el campo y al cine, espectáculo que despuntaba por aquel entonces y al que Fellini vuelve a rendir pleitesía. Todo da como resultado la grotesca estampa de una ciudad habitada por una caterva de pintorescos y cómicos personajes. Filmada con un gran amor, es imposible aceptar esta obra si se ve desde una óptica realista, pues los recuerdos están convenientemente pasados por el filtro y la máquina de inventar que era el gran Federico. Resumiendo, la película supone la total y definitiva ruptura con los inicios neorrealistas de Fellini, quien poco a poco fue derivando hacia un personal e intransferible imaginario surrealista.