lunes, 17 de septiembre de 2018

REALITY-MATEO GARRONE

Ahora vuelve a poner a punto su nivel con Reality, una excelente obra que mezcla un puñado de claves de la sociedad actual. A saber: la frustración del que busca ser famoso o popular a toda costa, el sueño de muchos por salir en TV, o el hecho de cambiar su vida para siempre haciéndose millonarios. Uniendo todo lo anterior: la superficialidad y la fragilidad de los “ídolos temporales televisivos” que son marionetas para deleite de las masas.
Reality es una dura y triste historia que cuenta, en clave de comedia ácida, el declive de un personaje entrañable. Está inspirada en un hecho real. Luciano es un pescadero napolitano que se dedica a pequeños trapicheos para sacar adelante a su familia, pero vive en la completa humildad. Luciano es afable, capaz de agradar a todos los que le rodean, el epicentro de su familia y está siempre dispuesto a sacar una sonrisa a todo el mundo.
Precisamente por todo lo anterior, su hija le propone participar en el conocido concurso televisivo Gran Hermano (Grande Fratello en su versión italiana). Ahí dará comienzo todo un suplicio para Luciano. Tras pasar una primera prueba, cree que va a ser uno de los elegidos para entrar en la casa y se dedica en cuerpo y alma a hacer lo imposible por entrar allí como sea.
El arranque de la película es espectacular. Garrone presenta con inteligencia, quizá como lejano homenaje a la primera parte de El Padrino, una concurrida boda en la que se dan cita un nutrido grupo de personajes estereotipados y divertidos, incluso estrafalarios. Allí vemos a Luciano por primera vez disfrazado de mujer y en ese punto nace el origen de lo que muchos creen que es la fama: a la boda llega contratado Enzo, un ex participante de Gran Hermano, para mostrar su alegría a los novios durante unos minutos. Todo el mundo le adora. Es un ídolo de masas. Luciano y su hija pequeña quedan prendados de él.
El día a día de la vida de Luciano y su familia se retrata con precisión, con dulzura, con cariño. Progresivamente, Garrone va mostrando el paulatino desequilibrio mental que sufre Luciano, quien parece vivir en un mundo imaginario. Su obsesión por entrar en la casa y ganar dinero fácil le lleva a un desequilibrio mental.
Aniello Arena, el actor que da vida a Luciano, está excelente. Lo tragicómico del asunto es que el propio Arena es preso en la vida real, al cumplir cadena perpetua por su antigua pertenencia a la Camorra.

 

 

jueves, 13 de septiembre de 2018

PEDRO STIPETIC-CRONICA GRAFICA DE 4 AÑOS CON MARIANO


Todos recordamos otras Españas, no hace tanto. Españas grises y enfermas, frías y apenadas; Españas, indeseables. Ninguna como ésta. Aquellas Españas sufrían males del pasado: falta de higiene, catetismo, excesos ideológicos, ombliguismo, cutrez. El mal de hoy es brillante y apabulla con su apariencia, está aseado y perfumado, es atractivo y casi sagrado. El monstruo neoliberal nos ha convencido de que su mordisco insaciable es el mejor de los obsequios. El monstruo neoliberal, que luce hermoso con su pelo engominado y su traje italiano, con su hambre atrasada y su discurso utilitarista, dispuesto a zamparse derechos humanos, libertades y cualquier rastro de bienestar social. El contrato es leonino; ni Mefistófeles hubiera sabido redactarlo en tales términos; aun así, todos lo hemos firmado. El alma, la vida, a cambio de un cementerio de objetos.

Hay muchas crisis en la nueva España, ninguna tan poderosa como la moral. Hemos asumido valer por lo que producimos. Hemos decidido basar los nuevos valores sociales en el individualismo, la competitividad y el utilitarismo productivo. Hemos asumido perder el vínculo con la naturaleza, con nuestra comunidad, con nosotros mismos. La última versión de la dignidad se oferta en centros comerciales. Ha sido fabricada en Asia por una multinacional. Hay muchas crisis en la actual España, ninguna tan devastadora como la moral. Sin libertad, sin solidaridad, sin tolerancia, sin cohesión social, sin red comunitaria, el ser humano deja de serlo para convertirse en engranaje. En eso estamos.