miércoles, 5 de febrero de 2025

MALDENIÑA-LORENA SALAZAR MASSO



La espera ocupa tanto espacio como la tristeza, paraliza como el dolor. Ese dolor- dolor sin nombre.Isa se levanta la blusa para mirarse la barriga:sabe desde hace un tiempo, que a ella también algo se le riega.Se pellizca, se agarra fuerte, quiere arrancarse lo que dicen que le sobra.Nadie sabe que falta al colegio porque una tarde de paseo, mientras intenta disimular el miedo al agua aferrándose con los pies a las piedras de una quebrada, una del salón se acerca y le dice que todos están decepcionados de ella porque no es flaca.Todos, todos los que están al otro lado, pegados de los matorrales, niños y niñas que ahora le parecen figuras grises de dientes largos. Las mira y, luego, por primera vez, se mira la barriga, se hace consciente de que tiene un cuerpo, cuerpo malo. Isa queda congelada,¿cómo cargar el cuerpo que acaban de entregarle? ¿Puede quedarse allí sola y ahogar el cuerpo malo?pág,45


Isa junta el polvo de la acera del Hotel con el de la cantina y Vargas lo recoge.Desde el frente Hija Cristina los mira hace un rato. Todas las mañanas, mientras la gente barre,ella cuenta las casas del pueblo, pues tiene un sueño recurrente:casas enteras desaparecen, alguien las arranca y las esconde.Teme que algún día desaparezca la suya, con la  prima y ella  dentro. Ya todos se saben el cuento del sueño, por eso Vargas no le pregunta qué hace por  ahí tan temprano, sino que le da los buenos días. Hija Cristina no responde, se queda mirando a Isa, luego habla:

-Tengo los ojos brutos.

Al decirlo, Isa se frota los ojos y después se agarra la barriga , se pone de cuclillas mirando el suelo, resopla. Luego mira al cielo sin sol.Hija Cristina se asoma sobre ella como si fuera una taza de chocolate:da un par de vueltas alrededor de ella, la huele, busca detrás de las orejas, se asoma sobre sus ojos y allí se queda un rato.

Luego dice:Tiene maldeniña.pág, 52

Cuando Papá entra a la casa, ella camina en cuclillas y se asoma por una ventana. Se ve reflejada en ella, como si estuviera dentro y fuera a la vez, dos Isa , una con Papá, la del futuro, y ella, la que todavía espera. Entre una cortina logra ver una salita, la cocina y un cuarto: el de Papá e Isa. Pasa las manos por los materiales y herramientas con las que él ha estado trabajando en la casa y entiende sus desapariciones, entiende todo. Papá se sienta en un sofá con un vaso de agua. Isa regresa  a los pastizales, ahora camina rápido y no parece cansarse, sonríe; por un momento el dolor de barriga desaparece y hasta siente que si se lanzara de una montaña podría volar.pág 81