Pocas
películas contemporáneas tan admirablemente redondas como esta pequeña joya de
sutileza y sencillez, una película veladamente autobiográfica de un episodio de
la niñez del director, Louis Malle. En el París ocupado por los nazis, un niño
judío es ocultado entre otros que no lo son en un colegio religioso. El pequeño
trabará amistad con el chico líder de la institución, y desde entonces serán
inseparables. Pero la amenaza exterior sobre el crío hebreo persiste. Es un
misterio cómo, con tan escasa peripecia argumental, se puede hacer una obra
miniaturista como ésta, tan lejos de la estridencia, pero tan cerca de la
perfección, tan sensible que sobrecoge de estupor el corazón más áspero, tan
austero y al tiempo fresco en la forma que remite por momentos a un impensable
maridaje entre Eric Rohmer y Robert Bresson. Rima interna por Martín López Vega
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