Darryl M. Haws“La ficción de Donoso es más que un retrato de un conflicto entre las bajas clases trabajadoras y la decadente aristocracia en Chile. Su ficción trata conflictos mucho más universales, que tienen lugar entre el individuo y la sociedad, al margen de las clases, y el conflicto interior que el individuo siente frente a las incertidumbres de la vida”.
No es difícil entonces, comprender cómo nuestro José Donoso llega a escribir El lugar sin límites. Chile, país tercermundista ubicado en el continente latinoamericano, que intenta aguerridamente, ponerse a la altura de lo que hoy son las potencias mundiales; Chile, un país que se debate entre el dolor y la esperanza de quienes, por un lado, intentan ser modernos y por otro, quienes viven el desarraigo de la pobreza. Aquí es donde se sitúa Manuel González Astica, hombre pobre de pasados inciertos, que transgrede su vida y su identidad para dar un nuevo rostro, a la misma identidad que se vuelve calavera. Manuel González es la Manuela, un ángel que intenta devolver el sentido perdido a su existencia, un ángel que intenta hacer un cielo en el mismo infierno lleno de fragmentos y derrotas.
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