“Los Santos Inocentes” es un espejo colocado frente al rostro de España que nos muestra con toda crudeza y sin estridencias su imagen más aberrante, el reflejo de la que hasta, como quien dice ayer, fue la nación más atrasada de Europa occidental; un lugar dónde el caciquismo, la pobreza y el analfabetismo han sido, no sólo la regla, sino sinónimo de “orden y buenas costumbres”; lo “deseable”. Una película, por qué no decirlo, que entre tanto sucio revisionismo–en especial por parte de ciertos sectores de la derecha, empeñados en falsificar lo evidente- y para enmendar la plana a los que proclaman cínicamente el fin de las ideologías –Curiosamente, los que lo dicen suelen tener una ideología perfectamente “reconocible”-, se permite recordarnos mediante un severo puntapié en la entrepierna quiénes se enfrentaron en nuestra Guerra Civil y por qué luchaban.
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