Se crearon calles a lo largo de las cuales se alinean, de dos en dos, casas parecidas unas a otras.En su mayoria se trata de viviendas sociales:sus inquilinos no son gente rica,ni mucho menos. Mis padres vivieron veinte años allí sin que yo me decidiera a hacer el viaje. Sólo fui a ese poblado-¿cómo llamar a un lugar así?- y a su casa después de que mi madre se fuera de allí, cuando mi madre lo internó en una clínica para personas con la enfermedad de Alzheimer,de la que ya no saldría.Ella había retrasado ese momento lo más posible, pero, agotada y asustada por sus súbitos accesosde violencia-un día, él había tomado un cuchillo de cocina y se había lanzado sobre ella-, finalmente se había rendido a la evidencia:no había otra solución.Apenas se fue, se me hizo posible emprender ese viaje o, más bien, ese proceso de regreso que no me había resuelto a hacer antes. .Encontrar "esa comarca de mí mismo"como diría Genet, de la que tanto había costado evadirme:un espacio social del que me había distanciado, un espacio mental contra el cual me había construido...pág6
Aquello de lo que nos arrancaron o aquello de lo que nosotros mismos nos arrancamos continúa siendo parte integrante de lo que somos. Probablemente, las palabras de la sociología convendrían más que las del psicoanalísis para describir lo que la metáfora del duelo y la melancolía permite evocar en términos simples, pero inadecuados y engañosos:los rastros de lo que uno fue en su infancia, la manera de socializar,perduran incluso cuando las condiciones en las que se vive en la edad adulta han cambiado,incluso cuando se ha deseado alejarse de ese pasado.pág 10
Sabía que sus meses y luegos sus días, estaban contados y no había intentado verlo una última vez.Además ¿para qué?, si no me hubiera reconocido.Ya hacía una eternidad desde que habíamos dejado de reconocernos.La fosa que se había abierto entre nosotros durante mi adolescencia se había ensanchado con los años y nos habíamos vuelto extraños el uno para el otro. Nada nos unía,nada nos reunía.Al menos es lo que yo creía, o lo que tanto había deseado creer pues pensaba que uno podía vivir su vida al margen de su familia e inventarse a sí mismo dando la espalda al pasado y a quienes lo habían habitado.pág 11
Constituirse como sujetos políticos consistía en confiarse a los portavoces, quienes eran los intermediarios a través de los cuales los obreros, "la clase obrera", existía como grupo consolidado, como clase consciente de su propia existencia. Lo que cada uno pensaba, los valores que reclamaban como propios, las actitudes que adoptaban, estaba profundamente marcado por la concepción del mundo que "el Partido"contribuía a instalar en las conciencias y a difundir en el cuerpo social. El voto constituía, entonces, un momento muy importante de afirmación colectiva de sí y del propio peso político. Y cuando al anochecer del día de las elecciones llegaban los resultados, explotaban de cólera al enterarse de que la derecha había vuelto a ganar se la tomaban con los obreros "amarillos"que habían votado a De Gaulle y, por lo tanto contra sí mismos.pág 31
Ya en esa época, mi padre era obrero- en el peldaño más bajo del escalafón obrero- desde hacía tiempo.Todavía no tenía catorce años(las clases terminaban a fines de junio, él comenzó a trabajar inmediatamente y recién cumplió los catorce, tres meses después)cuando entró en lo que sería el escanario de su vida y el único horizonte que se abriría para él. La fábrica lo estaba esperando; estaba ahí para él y él estaba ahí para ella. Al igual que, más adelante, estaría esperando a sus hermanos, que harían como él. Como esperaba y sigue esperando a los que nacían y nacen en familias socialmente idénticas a las suyas.El determinismo social ejerció su influencia sobre él desde el momento en el que nació.No pudo escapar a lo que le prometían todas las leyes, todos los mecanismos de lo que sólo puede llamarse "reproducción".Asi fue como la educación de mi padre no se prolongó después de la escuela primaria. Nadie habría imaginado algo diferente, de todos modos. Ni sus padres ni él mismo.pág 35
Es el orden de las cosas, punto.Y uno no puede ver como funciona ese orden, pues para ello haría falta mirarse desde el exterior, tener una vista panorámica de la propia vida y de la de los demás. Hay que pasar, como me sucedió a mí, del otro lado de la línea demarcatoria para escapar a la implacable lógica de lo que se da por sentado y para percibir la terrible injusticia de esta distribución desigual de oportunidades y posibles. Y eso casi no se ha modificado: se desplazó la edad de la exclusión escolar, pero la barrera entre las clases sigue siendo la misma.pág 42
Cuando veo a mi madre hoy con el cuerpo tullido por los dolores causados por la dureza de las tareas que debió realizar por casi quince años, tapando frascos de vidrio en una cadena de montaje, de pie,con el derecho de que la reemplazaran diez minutos a la mañana y otros diez a la tarde para ir al baño, me golpea de frente lo que la desigualdad social significa concretamente, físicamente. E incluso la propia palabra "desigualdad" me parece un eufemismo que le quita carácter de realidad a lo que realmente es: la violencia desnuda de la explotación. El cuerpo de una obrera cuando envejece, muestra, ante todas las miradas, la verdad de la existencia de las clasespág 63
Cuando murió mi padre, uno de mis amigos-¡un heredero! - a quien le contaba que no asistiría a las exequias,pero que, sin embargo, debía ir a Reims a ver a mi madre, me hizo el siguiente comentario:Si de todos modos vas a tener que estar ahí para la apertura de testamento en la escribanía". Esta frase, pronunciada con un tono de tranquila evidencia, me recordó hasta qué punto las paralelas jamás se tocan, ni siquiera en una relación de amistad.¡ La "apertura de testamento"! ¡Santo Dios!
¿Qué testamento?Como si en mi familia tuviéramos la costumbre de redactar testamentos y depositarlos en la escribanía. ¿Para legar qué, por otra parte? En las clases populares nada pasa de generación en generación, ni valores, ni capitales, ni casas, ni departamentos,ni muebles antiguos, ni obejtos preciosos... Mis padres no tenían más que unas miserables economías que, año tras año, habían guardado en una caja de ahorros. Y de todas maneras mi madre consideraba que le pertenecían, ya que ella y mi padre la habían ahorrado juntos, separando de sus ingresos sumas que quizás habrían necesitado. pág 131
Así,la frase de Sartre en su libro sobre Genet revistió para mí una importancia capital:" Lo importante no es lo que hacemos de nosotros, sino lo que hacemos nosotros mismos con lo que hicieron de nosotros". Rápidamente se convirtió en el principio de mi existencia. El principio de una áscesis: del trabajo de uno sobre sí mismo.pág 171
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