dedicado “A mi desoladora madre, con esa extraña
mezcla de compasión y náusea que puede solo experimentar quien conoce la causa,
banal y sórdida, quizá, de tanto, tanto desastre”. Era en 1979. Ocho años más
tarde subtituló como “reivindicación de una hermosura” otro poema, “A mi
madre”, que termina: “y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
/ y ahora que el poema expira / te digo como un niño, ven / he construido una
diadema / (sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)”.
Deseo de ser piel roja.
El caballo de hierro cruza ahora desiertos desoladores
Sitting Bull ha muerto y no hay tambores
para hacerlo volver desde el reino de las sombras.
Deseo de ser piel roja.
(fragmento de Deseo de ser piel roja)
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