JUEGOS DE MAGIA CONTRA EL CAPITAL
con
Jorge Riechmann
Para que no siga creciendo el páramo, aplazarnos.
Para que nazca el asombro de lo sencillo,
demorarnos.
Para reconocernos igual a cualquier otro en la
lumbre de cada cosa,
dilatarnos.
Para que se extienda el azar verde de todo lo
milagroso, retrasarnos.
Rezagarnos, llegar tarde, no llegar.
Quedarnos, errabundos, por las plazas,
pensativos en el espectáculo de las ventanas,
perdidos en las calles como si las miráramos por
primera vez.
Entretenernos en las estaciones, prorrogar el
verano,
chuparnos como dulce por donde se abre la tarde,
eternizarnos, no cerrar las noches y así, de
seguido
no acabar de hacer casi nada,
no valer nada,
no valer para nada.
Estarnos, dejar de ser ellos,
renunciar a ser como ellos,
ni un minuto más ellos,
y cómplices de la nueva superexistencia,
vivirnos,
y entonces
empezar el día, correctamente, por el beso de un
niño,
los afectos compañeros,
el sentido común,
sobre todo,
empezar el día por el sentido común.
*
ESTADÍSTICA
En España, las diez horas de jornada laboral
se ríen del Estatuto de los Trabajadores,
pero
transcurridas,
los obreros salen de los tajos,
suben a sus coches,
entran en los bares,
llegan a casa,
besan a sus hijos,
encienden la televisión,
y se enfrían,
se enfrían,
se enfrían...
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