jueves, 25 de julio de 2024

ALEJNDRA KAMIYA-LOS ÁRBOLES CAIDOS TAMBIEN SON EL BOSQUE

 Hay muchas cosas que no tienen nombre.

Ciertos momentos del día, como aquel rojizo entre la tarde plena de luz y la noche, ciertos gestos, ciertos ritmos, algunas partes del cuerpo, algunos colores como verdes que no son ni agua ni musgo.

Eso que no tiene nombre, existe.

Dejamos de nombrar a mi hermano el mismo día en que se fue de casa, cuando yo tenía ocho años. Y como si de un manotazo las hubiese arrastrado con él al olvido, algunas de sus cosas perdieron también el nombre.

Sé que los esquimales, de tanto ver la nieve, pueden distinguir y nombrar más de diez tipos de blanco. Yo aprendí a distinguir muchas formas diferentes  de silencio, pero a diferencia de los esquimales, no los nombré. pág88



El soldado Sato cava y a veces un recuerdo se cruza sin detenerse ni apurarse, como si se deslizara.Él solo lo mira. Una nube que pasa.

Sus guetta de niño. Recuerda sus pies flacos, abanicos de huesos de pájaro. Los recuerda en la tierra, en los arrozales, en la montaña , en el barro.Su madre encorvada lavando. Había algo en esa posición que lo entristecía. Los hombros adelantados, como si tuvieran que proteger lo que late dentro. Un cuerpo con forma de jaula. pág192


Debajo del párpado el ojo sigue abierto.César Fernández Moreno

Entre  a casa y me senté.Cuando mi cartera se apoyó en el sillón, la correa se deslizó por mi hombro, y cayó lentamente y en silencio sobre el fondo azul de los almohadones. No sé cuanto tiempo estuve así. Fue como estar sentada a la orilla de un río .pág278