jueves, 28 de diciembre de 2023

LOS ASTRONAUTAS- LAURA FERRERO

 Durante la conferencia de prensa que se organizó a su vuelta a la Tierra, un periodista le hizo una de esas preguntas comprometidas:  "¿Lloró alguna vez durante todo este tiempo?". Krikalev escuchó con atención, como si meditara la respuesta, pero guardó silencio . En su lugar, respondió uno de los responsables técnicos de la misión Soyuz: argumentó que había demasiado trabajo como para pensar en las lágrimas y que además  -cubriéndose las espaldas por lo que pudiera seguir-  mandaban al espacio a gente emocionalmente estable.

El periodista insistió con una pregunta menos directa:"Pero qué pasaría con las lágrimas en el cosmos". Y ahí sí respondió:"Las lágrimas habrían flotado como bolitas y se habrían pegado a los cristales de la estación espacial. Después, los cuarenta ventiladores las habrían llevado al contenedor donde se acumulan las sobras. Así de sencillo".

Y en ocasiones, pienso en  Krikalev mientras orbitaba la Tierra sin saber que pertenecía a un mundo que ya había muerto.Pienso en su perplejidad al aterrizar cuando vio que los hombres que le ayudaban se afanaban en cubrir esas banderas que ya no significaban nada, como si aquel mundo antiguo del que procedía estuviera condenado.

La URSS no murió del todo hasta que Krikalev regresó del espacio. Con los años me he llegado a convencer de que en realidad,  los soviéticos alargaron la epopeya sin dejarlo volver porque sabían que añorar es el último hilo para mantener vivo un mundo que ya no respira. La canción Casiopea, de Silvio Rodriguez, dedicada a Sergei Krikalev, último cosmonauta de la URSS, terminaba así:" Quizá ya no sea yo cuando me encuentren".pág. 153


Mientras le contaba mi vida  a un desconocido pensé que lo que más nos seduce de conocer a alguien nuevo es la posibilidad de volvernos a contar. Más que escuchar el relato del otro,es la oportunidad de estrenar el nuestro, de pensar que las palabras nos dan un traje nuevo y que somos vistos por primera vez por unos ojos que nunca nos han mirado ni nos han  escuchado. Es fácil volverse adicto a esa sensación, la de pensar que nuestro relato nos estrecha al otro, los ojos del otro que se abren para decir, en el mejor de los casos,  te entiendo.Nacemos de nuevo en el relato que inventamos para un extraño.pág 184


Ni Neil ni Armstrong ni él habían sido educados para el pensamiento abstracto, para los sueños y las divagaciones:al fin y al cabo, eran militares. En el libro,  En la magnífica desolación, Aldrin dice que hubiera querido que la NASA enviara a un poeta o a un periodista al espacio para compartir la experiencia con el mundo, porque ellos estaban acostumbrados a mantener sus sentimientos bajo un férreo control. Y las misiones sirven para defenderse de las metáforas, de los sentimientos.pág, 256


En invierno de 1974, a Herzog, que por entonces rondaría la treintena, le dijeron que su amiga Lotte Eisner, crítica de cine, estaba gravemente enferma. Devastado, decidió ir a verla. Pero no cogió un avión, o un tren, ni siquiera un coche. Recorrió los 684 kilómetros en línea recta que separan Munich de París  a pìe. Lo hizo como una suerte de promesa. Se dijo:"Mi decisión mantendrá a Lotte viva. Ella no puede morir. Caminaré por ella".Y en esta épica romántica de Herzog, emprendió el viaje el 23 de noviembre y no llegó a su destino hasta el 14 de diciembre.Fue un trayecto solitario y frío, y de ahí surgió el libro  Del caminar sobre hielo. Su amiga Lotte no se murió, no entones, así que no sabemos si fueron los pasos de Herzog, uno detrás de otro, los que la salvaron.pág 263


Se es hijo toda la vida, aunque nos pese, aunque ya no hay padre ni madre. Eso es lo que nos define a todos, auqnue lo seamos de la ausencia.La familia quizás es eso también, no las fotos que nunca veré porque no existen, tampoco mi madre abriendo los ojos y mirando a la persona que está al otro lado de la mesa,su hija, diciéndome, te entiendo y me gustaría cambiar. La familia quizás pase por renunciar a la idea de familia.pág304

Porque aquella familia que aparece en la foto en la que mi padre luce un reloj fantástico simplemente nunca existió, eran un hombre y una mujer solos, astronautas aislados dentro de su propia historia,y aquella pista, la imagen, fue el detonante de un deseo, el de contar una historia, pero era la mía y no la de mi familia..pág 305