domingo, 8 de noviembre de 2015

LA VIDA SOÑADA DE LOS ANGELES (Erick Zonka)

Ante un título tan sugerente y poético como La vida soñada de los ángeles, pocos imaginarían que se esconde un drama sin tregua y, para mayor colmo, desangelado. La ópera prima de Erick Zonka heredaba el tema de la marginación y las desigualdades sociales, un rico pozo de historias a medio camino entre la realidad y la ficción, reactivada en su forma más rebelde con la Nouvelle Vague. Las formas de estos ángeles urbanos son más pausadas: el aliento Dardenne flota en el ambiente, incluso cuando la cámara opta por un compás nada brusco; también se intuye el peso de Truffaut y compañía, pese a subrayar la historia por encima de la denuncia. La vida soñada de los ángeles recurre a un lenguaje cercano, nunca críptico, aún menos intelectual, con lo que consigue una historia sugerente, de cariz realista, de tesis naturalistas (los personajes actúan según sus características y clases sociales), que se ve sin demasiadas complicaciones o digresiones y que acaba de una forma brusca e inesperada, una estrategia con la que Zonka nos quiere demostrar que la vida de sus damas escondía mucha más complejidad de la a priori mostrada. Tras el suicidio de Marie, la historia recobra su naturaleza circular, el viaje que Isa empezó y ahora se dispone a seguir, siempre sin nada, siempre sin rumbo. El viaje del espectador tampoco termina: el segundo visionado del film es aún más satisfactorio.
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